viernes, 3 de abril de 2009

Nada en el horizonte

Seis años de crecimiento al 8% y me pregunto qué tenemos. Veo al país como a un niño ingenuo e irresponsable que ante el primer dinero que le regalan se lo gasta en golosinas en lugar de comprarse cosas que no tenía.
De qué sirve el crecimiento si el gobierno jamás logró inspirar un mínimo de confianza como para que no exportemos capitales.
La distribución del ingreso no mejoró, lo que quiere decir que los que se beneficiaron en todo este proceso fueron los mismos que hacen que la distribución sea inequitativa, es decir, clase media alta y rica. No hay menos pobres y mas clase media, lo cuál  sería beneficioso para el gobierno no sólo por que se mejora el nivel de vida sino que porqué estos individuos no tienen alternativa para evitar la discrecionalidad del gobierno y por lo tanto deben gastar en el país. Es decir, no les da la escala para convertirse en inversores internacionales.
El gobierno fomentó un crecimiento artificialmente alto a costa de no sentar bases para permitir sostener dicho crecimiento (inflación, moneda débil, distorsiones por doquier, inversión nula en seguridad y en infraestructura, deterioro de las instituciones, etc), pero como si eso no fuese lo suficientemente pernicioso para el país, resulta que el crecimiento jamás se materializó en algo que pueda decirse haya elevado el nivel de vida.
Hoy miro y no tenemos nada, tenemos  una moneda que vale menos que lo que valía en el inicio de la crisis, tenemos mas inseguridad, tenemos salarios que en lugar de subir con el crecimiento de la productividad ocurrido durante la fase expansiva siguen igual, tenemos menores incentivos a la inversión extranjera directa, que es la que realmente puede producir cambios, no tenemos un solo aliado en el mundo, no tenemos un ambiente propicio para aprovechar el capital humano acumulado y no tenemos  herramientas para enfrentar adecuadamente la crisis internacional. En suma, no tenemos nada en el horizonte.

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