jueves, 11 de febrero de 2010

¿Por qué privatizar?

Shleifer et al. (1996), muestran que las privatizaciones son una estrategia eficaz para que un gobierno reformista (e.g, Margart Tatcher, Carlos Menem, etc.) impida el uso ineficiente de los recursos públicos por parte de aquellos políticos que en el futuro intentarán conseguir votos mediante el mantenimiento de un alto nivel de empleo en las empresas públicas.
El modelo desarrollado por estos autores parte del supuesto de que independientemente de que el gobierno privatice o no, éste siempre tendrá una porción de las acciones de la firma y por lo tanto de su flujo de caja. A su vez, se supone que la empresa privada es siempre mas eficiente porque en ella no hay intereses contrapuestos como sí los hay en las empresas públicas donde el objetivo de maximizar el nivel de empleo colisiona con el de maximizar beneficios.
Ahora, la empresa privatizada tiene los derechos de propiedad para elegir el nivel de empleo que deseé, por lo tanto, el político maximizador de empleo (y de votos) deberá subsidiar a la firma por mantener el nivel de empleo alto, de forma de compensarla por la caída en sus beneficios que esta ineficiencia implica. La vía que tiene el político de obtener los recursos necesarios es utilizando la parte de beneficios que le corresponde como accionista residual de la empresa privatizada ó, pidiéndole fondos al tesoro para otorgar subsidios.
Sin embargo, los costos de estas dos fuentes de financiamiento son distintos. Por un lado, si el gobierno utiliza los beneficios que le corresponden es menos probable que el Tesoro reclame una parte para sí porque éste no inspecciona a la firma y por lo tanto no sabe cuanto dinero está ganando ni consecuentemente cuanto le corresponde. De esa forma, el político puede usar parte de esos beneficios residuales a un costo político bajo. Por otro lado, los distintos ministerios compiten para obtener subsidios del Tesoro por lo que el costo político de pedir dinero es más alto.
Ahora estamos en condiciones de explicar la principal conclusión del modelo. Bajo propiedad estatal, el político elige un nivel de empleo alto a cambio de una caída en los beneficios de la firma pero esto tiene un costo relativamente bajo, ya que se refleja en menores ingresos del Tesoro, quien se supone no tiene idea de la potencialidad de la firma para obtener mayores beneficios. La clave de privatizar está en que eleva el costo político de financiar un comportamiento ineficiente.
Ahora, el costo político sube porque, además, se deben obtener fondos del Tesoro (que a su vez debe subir impuestos o reducir el gasto para conseguirlos), para compensar a los accionistas privados por aceptar un alto nivel de empleo en su firma. Este costo se incrementa cada vez mas cuanto mayor es la participación de los accionistas privados. La razón de esto es que el alto nivel de empleo reduce en mayor cuantía el beneficio de los accionistas y en que como ahora el Estado posee menos participación en la distribución de dividendos, tiene menos margen para utilizar los beneficios residuales debiendo usar en mayor medida los subsidios, políticamente mas costosos, del Tesoro.
La conclusión del modelo, por lo tanto, es que las privatizaciones serán mas eficaces en evitar gastos ineficientes de los políticos cuanto mayor sea el porcentaje del paquete accionario transferido y cuanto mas costoso sea obtener subsidios del Tesoro. Los autores agregan entonces, una política monetaria restrictiva como mecanismo para dificultar aún más el funcionamiento ineficiente de las empresas de servicios públicos. Por lo que vemos que las privatizaciones estan justificadas desde el lado de la eficiencia del gasto, y de la calidad de los servicios (se reduce el problema de principal agente) y de la mejora en la institucionalidad y por lo tanto en la transparencia de la economía.
El problema del proceso en Argentina fue del grado de cobertura social de los servicios privatizados. En los 90' la calidad de los servicios mejoraron como norma general, pero en la mayoría de los casos las renegociaciones de tarifas dejaron a muchos potenciales consumidores sin el servicio. Es cierto que la Argentina venía de una década con resultados económicos magros (hiperinflación incluída) que nos dejó con un nivel de riesgo inversor mayor al de los paises estables. Ésto, claramente, se terminaba reflejando en las mayores tarifas que el sector privado exigía para invertir en el país y, consecuentemente, la dificultad para evitar la marginación de los sectores mas humildes.

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