lunes, 30 de marzo de 2009

Hablando de Credibilidad…

En el post anterior llegamos a la conclusión de que si los precios no ajustan en épocas recesivas, sin credibilidad es imposible implementar políticas fiscales o monetarias expansivas. En el caso de la política fiscal expansiva (déficit primario), la falta de credibilidad del gobierno hace que los agentes económicos sean plenamente concientes del incentivo que éste tiene para licuar su deuda mediante la emisión monetaria. Obviamente esto es posible debido a que no hay una regla que regule el comportamiento del tipo de cambio. Es decir, la emisión que produce devaluación y que reduce el valor de la deuda pública local en términos reales y en términos de transables, es factible ya que la moneda local no tiene un ancla nominal.

Los individuos ven esto, y entonces, no compran deuda pública (si está indexada tampoco porque hay un incentivo del gobierno a mentir sobre la evolución de la inflación), la política fiscal es ex -post inviable. Es decir, la probabilidad de default tiende a uno.

En el caso de la política monetaria, el argumento es simétrico. Sin una regla, el incentivo del gobierno a realizar inconsistencia temporal en la elección de sus políticas económicas esta siempre latente, lo que quiere decir que hay un incentivo constante a maximizar el nivel de empleo elevando el nivel de precios mediante la emisión, una vez que los contratos salariales ya han sido celebrados.

Recurriendo ahora a la teoría, la misma aconseja o recomienda una regla monetaria sólo en los casos en que la volatilidad de la economía (propensión a shocks) sea baja pero también en aquellos donde la incertidumbre y falta de credibilidad son altas.

Es requisito que volatilidad sea baja ya que, comparada con la discrecionalidad, la regla simple no permite distribuir bien el impacto de los shocks entre el nivel de precios y el nivel de empleo. Mas precisamente, con tipo de cambio fijo, la evolución del nivel de precios doméstico tiende a replicar el movimiento de los precios internacionales. Lo que quiere decir que ante un shock, los efectos del mismo no pueden amortiguarse devaluando nominalmente sino que afectan directamente al nivel de empleo.

El problema no sería tan grave si previamente existió una política de acumulación de superávit primario que permitiera efectuar una política fiscal expansiva sin que existan incentivos a licuar deuda (lo cual sucede con la regla) y por lo tanto, factible ex –post.

La política de acumulación de superávit adolece nuevamente del problema de inconsistencia temporal, sobre todo en un país como La Argentina, donde el sistema electoral de elecciones cada dos años genera incentivos para el gobierno hacia otra dirección, económicamente no deseada.

Volviendo a la teoría, exista una zona de decisión donde no hay una recomendación puntual, y es en el caso en que la volatilidad económica es alta pero los problemas de credibilidad también lo son.

Aquí parece que la decisión debe ser tomada en base a las preferencias del policymaker y en base su intuición respecto del contexto económico mundial venidero.

Para elegir una regla, el policymaker debe estar dispuesto a aceptar que para enfrentar los shocks y el consecuente desempleo, la economía dispondrá sólo del crédito internacional. Caso contrario, los problemas sociales serán graves.

Del párrafo anterior se desprende el por qué de la necesidad de intuición por parte del Ministro de Economía. Puntualmente, si el policymaker espera un época de tasas de interés bajas debido a por ejemplo, alto crecimiento mundial y búsqueda por parte de los agentes de vehículos de ahorros mas rendidores que el bono americano, el acceso local al crédito será mucho mas fácil y por lo tanto el único problema del que adolece la regla será mitigado.

Todo esto puede aplicarse en la realidad a la etapa que va desde 1991 hasta 1995 inclusive. En el siguiente post, trataremos de explicar desde un punto de vista teórico, qué cambió para que la regla dejara de ser conveniente en la Argentina.

1 comentario:

  1. La falta de un proyecto a largo plazo y de politicas viables y sostenibles en el tiempo, hacen que la credibilidad no exista plenamente.

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